Las vacunas salvan vidas, y esto no es opinión

Al comenzar opinión recalco lo que digo en el título: esto no es una opinión. Se puede ser contrario a la vacunación por razones morales, ideológicas o de religión, pero nunca discutir el hecho probado de que las vacunas han sido uno de los descubrimientos que realmente son capaces de hacer que la humanidad tenga un período de tiempo mucho más largo en este mundo: en síntesis, que salva la vida no sólo de la población actual, sino también de las generaciones venideras.

Estamos conociendo en estos días cómo se ha producido la muerte de personas, entre ellas niños, por el sarampión, una enfermedad que ya se consideraba casi erradicada gracias precisamente a la vacunación. Por ahora, esta medida sanitaria no es obligatoria casi en ningún país, con algunas excepciones como Francia e Italia; por ahora, las personas mayores de edad, y los padres en nombre de sus hijos, son libres de tomar la decisión de realizar este ejercicio de prevención; y por ahora, y precisamente por eso, no se puede decir que algunas graves enfermedades estén totalmente erradicadas, ya que para ello los expertos aseguran que al menos el 97% de la población durante al menos tres generaciones han tenido que estar debidamente vacunadas.

Por el tono del post, creo que podéis adivinar que soy un firme defensor de la vacunación, poco dado a aceptar algunas excusas como las expuestas más arriba para no realizar esta medida. Aunque por lo general soy una persona dada a escuchar las opiniones de los demás, no puedo estar de acuerdo con algunas creencias ya sean morales o religiosas que ponen en peligro la salud no sólo propia, sino de toda una comunidad; y mucho menos si esa comunidad incluye a los hijos que no pueden opinar y tiene que acatar la decisión de sus padres, aunque también los ponga en peligro.

Sin embargo, sólo puedo decir algo que espero que todos entendamos, no porque lo diga yo, sino porque es cierto y apela a la solidaridad de la gente: la salud es algo comunitario, todos debemos poner nuestro grano de arena para contribuir la bienestar de toda la sociedad. No sólo por nosotros mismos, hay que pensar a lo grande: por las generaciones que vendrán, hijos y nietos que nos sucederán, y que no merecen estar en peligro por algo que fácilmente puede ser solucionado.